miércoles, 24 de enero de 2018

Desastre climático a la vista


Que lo del clima no es normal es algo que empezamos a interiorizar, algo que se hace todavía más patente cuando en pleno mes de enero ves a más de uno en tirantes o manga corta. Sé que poquito a poco se empezarán a dar cuenta de que, a pesar de lo bien que les sienta el moreno nuclear, si seguimos con dos meses de invierno y una media de precipitaciones que roza lo sahariano, poco tiempo podremos sobrevivir.


Señores, les bajo de la burra. No crean que nos estamos cargando el planeta. No es cierto. Simple y llanamente estamos acabando con nuestro hábitat, el único que hemos conocido y al que estamos adaptados. Y poquito más (ironía)... Cuando los polos estén en las últimas, el desierto avance irremediablemente y no tengamos ni un gotazo de agua con el que regar los tomates, veremos si no se van a pique todos nuestros sueños de grandeza (o miseria, que también cabe la posibilidad).


Me refiero a que a lo largo de la historia de la Tierra han existido numerosas crisis climáticas (provocadas por muchos factores como los cambios de radiación solar, el aumento en la concentración de oxígeno atmosférico, el vulcanismo o el impacto de meteoritos) que han desembocado en la extinción de aquellas especies que no han podido adaptarse a las nuevas condiciones ambientales, léanse invertebrados marinos, grandes saurios, progimnospermas o helechos arborescentes..., de todos ellos sólo quedan fósiles ¿Acaso queremos engrosar sus filas? Parece ser que sí continuamos unos cuantos lustros más con esa falta de decoro que nos gastamos y la que todos los gobiernos y multinacionales secundan (no toda la culpa es de Trump ni del currito, que ya esta bien de buscar culpables ajenos y golpes de pecho), el mundo que habitamos será un erial.


Deforestación, ingentes emisiones de gases con efecto invernadero, sobre-explotación de los recursos naturales... Vamos que todo apunta a que nuestras neuronas nos están jugando una mala pasada y que la voluntad, esa que Ramón y Cajal creía motor de toda acción humana, está rozando el subsuelo.


Piensa que te piensa, llego a uno de esos libros hermosos y diferentes que a veces nos regalan las editoriales patrias y que no deberían pasarnos desapercibidos. A la vista, de Daniel Montero Galán y publicado recientemente por Libre Albedrío, recoge una historia sin palabras donde se pone en tela de juicio el papel que el progreso está teniendo en la crisis ambiental que vivimos y ensalza las formas de vida tradicionales como vía en la conservación del medio natural, todo ello SIN UNA PALABRA. No se lo debería perder ningún lector, pequeño o grande. Y si después de leerlo siguen sin un ápice de respeto hacia el planeta, ya se encargará la madre Tierra de volver a poner todo en su sitio aunque nosotros hayamos quedados desterrados de su faz.  


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