miércoles, 15 de noviembre de 2017

Grandes figuras de la ilustración LIJ (XXII): Bruno Munari


Hace casi un año que la editorial argentina Niño Editor se embarcó en la publicación de los libros que conforman la Serie Infantil de Bruno Munari, quizá la más conocida de este autor dentro del ámbito de la LIJ. Era la primera vez que se editaba en castellano y a muchos nos hizo verdadera ilusión. Su salida en nuestro mercado fue en pleno mes de diciembre, una época que si bien tiene mucha repercusión comercial, también obliga a que otros muchos pasen desapercibidos debido al gran volumen de novedades que se ponen a la venta.
Aunque en aquel entonces apunté a estos títulos (ver la selección anual de este sitio), decidí esperarme para internarme más en profundidad en las páginas de una colección magnífica que, si bien ha pasado el tiempo, permanece atemporal ante los ojos de los niños, y de paso hacerlo protagonista de esta sección y ensalzar la figura de un creador (pueden disfrutar de los 21 creadores restantes AQUÍque introduce vanguardias, cambios revolucionarios y nuevos conceptos que han trascendido el tiempo y cuyo ejemplo cunde en autores posteriores.



Lo primero, una pequeña biografía...
Bruno Munari nace en Milán el 24 de Octubre de 1907 (hace un par de semanas hubiera cumplido 110 años... ¡Felicidades con retraso!), pero su infancia y adolescencia transcurren en Badia Polesine donde llega con seis años de edad. Con 18 años regresa a Milán para trabajar con un tío ingeniero y comienza a frecuentar los círculos del arte y el diseño de la época. Dos años más tarde, en 1927, se adhiere al movimiento futurista milanés de segunda generación que es abanderado por Marinetti, exponiendo junto a este grupo de artistas.
Tres años más tarde se asocia con el pintor Riccardo Ricas Castagnedi, con quien abre el estudio gráfico “R+M” donde trabaja con el grabado y experimenta con técnicas innovadoras hasta 1938. Durante estos once años Munari comienza a internarse en las corrientes del surrealismo y la metafísica de la mano de Dalí y Andrea de Chirico, y en 1930 realiza la estructura Macchina aerea considerada como el primer móvil de la historia del arte, y que replanteará más tarde (1972). A esta le siguen las Macchine Inutili (1933) sobre las que prosigue la investigación de obras de arte en movimiento, unos objetos suspendidos donde todos los elementos están en una relación armónica entre sí por sus medidas, formas y pesos. Durante este año viaja a París, donde conoce a Louis Aragon y André Breton, y da por finalizada su relación profesional con Riccardo Ricas.



Macchina aerea


Macchine inutili

Desde 1939 a 1945 compagina su trabajo como diseñador gráfico en la editorial Mondadori con la dirección artística de la revista Tempo y la creación de libros de literatura infantil. A partir de ese momento su producción va in crescendo.
En 1948, junto a Gillo Dorfles, Gianni Monnet, Galliano Mazzon y Atanasio Soldati, fundó el movimento Arte Concreta.
En la década de 1950 sus investigaciones visuales lo llevan a crear los Negativos-Positivos, cuadros abstractos con los que el autor deja escoger a voluntad del espectador la forma del primer plano y la de fondo. En 1951 presenta sus Máquinas Arrítmicas en las que el movimiento repetitivo de la máquina se interrumpe con casualidad mediante intervenciones humorísticas. En 1954 utilizando lentes Polaroid, construye objetos de arte cinético denominados Polariscopi gracias a los cuales es posible utilizar el fenómeno de la descomposición de la luz con fines estéticos. En 1953 se dedica a investigar en el proceso creativo de la misma naturaleza con El mar como artesano (una colección de objetos modificados por el mar) y el Museo imaginario de las islas Eolie, 1955, donde incluye reconstrucciones teóricas de objetos imaginarios, composiciones abstractas que limitan con antropología, humor y fantasía.



Polariscop


Da lontano era un'isola

En 1958 modelando los dientes del tenedor crea un lenguaje de señas a través de los llamados tenedores parlanchines, y presenta sus esculturas de viaje donde el arte deja a un lado su función monumental para considerar objetos de viaje que ayudan al nómada a ubicarse emocionalmente en las habitaciones anónimas de los hoteles del siglo XX.



Forchette parlanti


Sculture da viaggio

En los años sesenta comienza a viajar con frecuencia a Japón y establece una estrecha relación con la cultura nipona que le llevan a dar vida a creaciones como su Fuente a cinco gotas (Tokio, 1965). Durante esta etapa también se dedica a obras seriales o experimentaciones visuales utilizando fotocopiadoras (1964). Cabe destacar el tiempo que invierte en Cardina, sobre la colina de Monteolimpino, entre 1962 y 1972, donde realiza películas cinematográficas de vanguardia (I colori della luce o Tempo nel Tempo), y a la que vuelve en sus años de vejez. De esta experiencia nace la Cineteca di Monteolimpino - Centro internazionale del film di ricerca.
Durante lás décadas de 1980 y 1990 contribuye en la creación de óperas, da vida a las esculturas Filipesi (1981), sus Rotori (1989), las estructuras Alta Tensione (1990), las grandes esculturas en acero expuestas en las orillas de Nápoles, Cesenatico, Riva del Garda o Cantù, los Xeroretratos (1991), y los ideogramas titulados Árboles (1993).
Tras varios reconocimientos a su gran actividad dentro del arte contemporáneo, entre los que se cuenta el Premio H. C. Andersen (1974) o el premio Lego (1986), que reconoce la creatividad hacia la infancia, Munari fallece a los 91 años en su ciudad natal.



Aunque la producción artística de Munari abarca más de 600 proyectos donde se amalgaman todo tipo de ideas, técnicas, métodos y formas que van desde la escultura, la pintura, la cinematografía, el diseño industrial o la fotografía, en este lugar de monstruos hemos de centrarnos en su producción editorial. Esta actividad que abarca unos setenta años (desde 1929 a 1998), tiene varias líneas como los libros o manuales técnicos, los ensayos, los libros de artista y los que se conocen como sus libros para niños.
Los primeros libros para niños que idea Munari son los de la llamada Serie infantil, un total de nueve libros, que en inicio son creados para sus hijos, más concretamente para Alberto. Como no encuentra nada en el mercado que le convenza, decide sumergirse en el mundo de la creatividad dirigida a los niños. Tras la buena aceptación que tienen entre sus hijos, la casa Mondadori se interesa por ellos y salen a la venta entre 1945 y 1946. Estos libros, algunos circulares, cuentan con pestañas, troqueles e ilustraciones anidadas que, utilizando la sorpresa y el juego, aúpan al objeto libro, le confieren identidad y permiten al lector sumergirse en un mundo interactivo en el que aprender. Son extraordinarios exponentes de los libros pop-up con niveles discursivos complejos (para más información diríjanse a este monográfico).



En 1949-1950 comienza a realizar los Libros ilegibles, libros de artista en los que las palabras desaparecen para ceder espacio a formas insólitas e innovadoras que parten de la encuadernación y los elementos físicos del libro. Estos libros siguen la estela de los boletines del movimiento Arte Concreta en los que Munari concibió varias portadas muy similares a lo que luego se vería en sus Libros ilegibles. Entre estos libros sin texto pero multisensoriales destacan dos, el Libro Illeggibile Bianco e Rosso y el Libro Illeggibile MN1. Son los que más han trascendido puesto que estos libros eran únicos o constituían tiradas limitadas editadas por museos o galerías de arte. Son lugares que permiten imaginar otro tipo de discurso leyendo páginas de distintos colores, encontrarse con el arte desde una perspectiva primigenia.



Boletín nº 5 Arte Concreta


Libro Illeggibile Bianco e Rosso


Libro Illeggibile MN1

Además de estas series tan conocidas por su vanguardismo no hay que olvidarse de dos libros, Della Notte Buia (1952, disponible en castellano en la editorial Corraini como En la noche oscura) y Nella Nebbia di Milano (1968). En ambos títulos Bruno Munari utiliza recursos que destacan la tercera dimensión y que tienen mucho que ver con el surrealismo. Mientras que en el primero usa los troqueles, en el segundo combina, tanto las páginas troqueladas, como páginas de papel translúcido, un material muy utilizado por él. Es así como Munari consigue dotar de atmósfera y profundidad a las historias que cuenta, sumerge al lector en el espacio de la doble página y le da protagonismo.









Entre los dos anteriores, Bruno Munari idea su Alfabeto (1960), un libro informativo que combina elementos de ilustración figurativa-realista, con elementos tipográficos. En él destaca la composición de cada doble página, un ejercicio de diseño notable que desata en el lector un juego visual que le ayuda a integrar lo que ve.



En su última etapa, Munari da vida a los Prelibri (1980). Es curioso como Munari realiza un en sus obras para niños un viaje creativo inverso al que se le presupone al de la lectura, es decir, comienza a dar forma a libros con texto para terminar con estos libros, títulos dirigidos a los prelectores en los que la alternancia de formas, los colores, los materiales de las páginas, y elementos como el modo de encuadernación, rasgaduras, agujeros e hilos que atraviesan las páginas, pueden crear escenarios donde el niño puede experimentar y ser consciente del libro como entidad física. Muy relacionados con los Libros ilegibles, son libros-objeto que, despojados de un mensaje textual, ayudan a desarrollar la creatividad gracias a la elasticidad mental de los niños más pequeños.



Por último, no se nos puede olvidar que Munari también colaboró en proyectos ajenos de autores como Gianni Rodari, en los que destacan los diseños para las cubiertas y algunas ilustraciones interiores, así como en proyectos editoriales informativos. He aquí algunos de ellos.




La mayor parte de la obra de Bruno Munari, incluidos sus libros infantiles, se sostiene por un objetivo fundamental: Munari entiende el diseño como una operación de comunicación visual y defiende que, como tal, debe despojarse de detalles y artefactos, estar únicamente regida por la funcionalidad y la simplicidad, los principios básicos de toda comunicación que, además, tiene que ser objetiva y, sobre todo, universal, es decir, cualquier persona, independientemente de su edad o procedencia, ha que entender el mensaje, la esencia, la idea.


Macchine inutili

Si además añadimos que Munari se define a sí mismo como el “eterno bambino”, no es cosa baladí atender a tres pilares principales que vertebran sus libros infantiles como son:
- La experimentación es un vehículo a través del cual el lector puede encontrar un camino. Munari trata la experimentación desde dos visiones, como creador y como espectador. En la primera invita al actor a experimentar dentro del objeto, y por otro, a experimentar junto el objeto, durante su proceso creador (ver sus talleres Jugar con la fotocopiadora, 1991 y Jugar con la soldadora, 1994).
- El juego. Munari fue uno de los primeros artistas en introducir el juego en el libro. El juego es una constante primitiva en su viaje artístico y embebe toda su producción. Descubrir, buscar, voltear y, sobre todo, pasar páginas, son procesos que alimentan la curiosidad del lector y le invitan a pasear. Al igual que sucede con la experimentación, aquí también encontramos dos vertientes, el juego implícito en el objeto, en este caso el objeto libro (Serie Infantil), y el juego que establece un niño o un adulto en la realización de un proceso (N.B.: No nos olvidemos de su laboratorio Reencontrar la infancia, Milán 1989, cuyo objetivo era retrotraer a la infancia a personas de cualquier edad puesto que para él y en sus propias palabras “Jugar es algo serio”). Como ejemplo estas vertientes véanse los laboratorios Jugar con el arte, 1977, Jugar con la naturaleza, 1988, o sus Mesas táctiles, 1995.
- El aprendizaje (desde su sentido más amplio, no sólo el didáctico). A partir de los años 70, Munari decide orientar su producción artística hacia el plano de la didáctica verdadera y real. Su finalidad es enseñar a través del arte y el diseño. Es necesario que los caminos se bifurquen, se abran interrogantes, alternativas, pensamientos en todos los sentidos. Esto se consigue con una visión plural donde juego y experimentación van de la mano.



ABC con fantasía (juego)



Piu E Meno (juego, junto a Giovanni Belgrano)

Por último y por alusión a algunos aspectos que también aparecen en su producción no editorial, hay que apuntar a ideas destacables en la concepción de algunos libros infantiles como:
- El arte cinético. Munari no concebía el arte sin el cambio. El movimiento, la posición relativa y la perspectiva fundamentan libros como El ilusionista o Buenas noches a todos. Solapas, situaciones dinámicas y pestañas ofrecen una dimensión interactiva del objeto libro.
- La luz, sobre todo en lo que se refiere a la conjunción positivos-negativos, contraluz o trasluz, algo que podemos observar en su Della notte buia.
- La naturaleza como creadora. La naturaleza es la que dibuja y esculpe sus obras. Por ello animales grandes y pequeños (Nunca contentos), la niebla que cubre las ciudades (Nella nebbia di Milano), o la dualidad día-noche, también son los protagonistas de sus historias
- La forma y la dimensión son dos variables que el autor considera imprescindibles para establecer el diálogo entre niño y libro. Recomiendo sus Prelibri y/o Libros ilegibles para entender este concepto.
- Objetos imaginarios. Munari crea, imagina, tiene un gran sentido de lo quimérico, y se hace eco del nonsense para crear un discurso conexo aunque humorístico. Indaga en la realidad a través de lo absurdo y lo descontextualizado. Es lo que ocurre en algunas escenas de Nella nebbia di Milano.



Esperando que este monográfico les haya sido útil y se pongan a disfrutar de los poquitos libros editados en castellano del maestro italiano, les dejo con un vídeo suyo, que bien merece una mirada.


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