jueves, 23 de abril de 2015

¿"El Quijote" para niños?


Ya ha llegado el Día del Libro (también San Jorge, ¡felicidades a todos ellos!) y con él una gran cantidad de actividades que, como espárragos (en primavera es lo que toca), crecen por todas las bibliotecas, librerías, ferias del libro,plazas y demás lugares donde mora la lectura. También es un clásico de estas fechas el premio Cervantes y los millares de alusiones al Quijote, más todavía cuando este año se conmemora el centenario de su segunda parte (otra excusa perfecta para gastar dinero a raudales en fastos gubernamentales, esperemos que sirva para algo, que ya se sabe…).
Además del empeño institucional en hacernos leer (lo que ellos quieran… paradojas…), la Escuela (¡Qué pena que esa intención no venga de padres y amigos!) defiende y recuerda la lectura del Quijote entre los más pequeños como una catarsis salvadora ante la ignorancia y la estupidez que nos asola (¿Será ese el remedio a nuestros males…?).


No dudo que leer las aventuras de este caballero de tres al cuarto pueda ser la perfecta excusa para darse bombo (los medios es lo que tienen) y crear lectores patriotas (N.B.: A pesar de tomar ejemplo de los países anglosajones y velar por nuestra identidad literaria, más todavía si tenemos en cuenta el alza del castellano, les hago saber que  la mayoría de las obras de Shakespeare son teatrales, un género en el que intervienen más factores que en el narrativo, lo hacen mucho más lúdico y más atractivo), pero así jamás conseguiremos despertar el gusto por la lectura y crear lectores competentes cuya afición perdure en el tiempo… No nos engañemos, para leer el Quijote y entenderlo (he ahí la base de la lectura), hay que entender la vida y sus sutilezas.


No dudo de las bondades de la obra magna de la Literatura española, he incluso creo en su vertiente más simplista y jocosa (algo de lo que se han servido las muchas adaptaciones infantiles que ha tenido la obra), pero discrepo totalmente en que debe ser una lectura obligada entre niños y jóvenes, no sólo por su anacronismo, sino porque puede llegar a hacerles odiar la lectura en su múltiples vertientes. Seguramente me echarán a los leones por estas afirmaciones castradoras, pero les hago saber que he oído de todo a tenor de El Quijote… Algunos se quejan de un lenguaje y un contexto obsoleto que poco les puede ofrecer, otros hablan abiertamente sobre su repulsa aduciendo una lectura impuesta durante sus años mozos, y otros (pocos, hay que decirlo) se declaran fieles seguidores de las andanzas del hidalgo y su escudero.


Aunque es un clásico en todos los hogares españoles (compartiendo estantería con La Sagrada Biblia y esa enciclopedia que un jeta nos endosó en los ochenta como excusa de nuestra alfabetización postfranquista), pocos son los que se han atrevido a cogerlo entre sus manos… ¿Será porque es demasiado voluminoso o será porque desde niños nos han desvelado sus misterios, nos han hecho evidentes sus pasajes, forma parte de nuestra familia y ya no tiene secretos para nosotros? La lectura es descubrimiento, es experimentar, aprender, también es viajar, es vivir por nosotros mismos.
Por todo ello la tarea de los maestros, de los bibliotecarios, de los libreros, de los padres, de los enteraos, es la de presentar a los aprendices de lectores las lecturas del futuro, de inculcar respeto hacia los libros, de posibilitar la elección literaria, nunca desvelar sus secretos, de sortear la magia que rezuman los libros, sean nuevos, viejos y venideros.
¡Feliz Día del Libro 2015! 


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