miércoles, 14 de enero de 2015

Decálogo del buen editor (de libros infantiles)


Tom Schamp

Los que vemos los libros desde el otro lado de la barrera, esa en la que, expectantes, nos adentramos en las historias que otros han escrito para uso y disfrute de terceros, solemos desconocer en mayor o menor medida lo que conlleva el proceso creativo de un libro ilustrado; un camino la mar de complicado, sobre todo cuando has de lidiar los llamados editores, un sector entre el que encontramos con relativa frecuencia seres que quieren sacar buena tajada del arte y buena fe de otros, y de paso, provocar terribles dolores de cabeza.
Por ello, considerando los comentarios de muchos autores, ilustradores y diversos seres que revolotean en los despachos donde se cuecen los libros, aquí les dejo con diez cualidades que debe reunir un editor (de libros infantiles en este caso), sino bueno, medianamente aceptable.

1. Abierto. Un editor debe abrirse de par en par a diferentes propuestas, debe aprender a ser receptivo ante nuevos desafíos, a comprender los cambios que ocurren en el público y el ámbito literario para valorarlos convenientemente. Quizá la extraña propuesta de hoy sea el superventas del mañana… La innovación no certifica el éxito pero sí constituye un valor añadido.
2. Claro. Si algo debe ser evidente en una empresa que se dedica a la publicación de libros infantiles es su línea editorial. Una vez esté ésta bien definida, se optimizará la inversión de tiempo, trabajo y tiempo. Un editor críptico, cambiante y retorcido, acarreará (con total seguridad) más desgracias a la casa editorial que éxitos de ventas.
3. Analítico. Un editorial no vende chocolatinas, tampoco trajes de baño, ni perfumes de alta gama. Una editorial vende libros y por ello el editor debe analizar convenientemente el sector, a quién va dirigido su producto, su tipo de cliente, el lugar de venta, el precio del producto, los costes y las ganancias, su rentabilidad y otras variables que pueden condicionar la elección/rechazo de las obras recibidas.
4. Generoso. El editor, aunque corre con un riesgo mayor, posee un elevado margen de ganancias comparado con el que reciben los autores (generalmente dos o más por cada título), es por ello que en el proceso de negociación y firma de acuerdos sobre la explotación de los derechos, debe ser generoso para con los autores, sopesar pros y contras e intentar que todo el mundo gane con la publicación.
5. Ordenado. El tiempo para cualquier editor es fundamental. Las campañas comerciales están muy marcadas y la planificación debe estar bien pensada. Se tiene que actuar con diligencia para estar en el mercado, más todavía cuando en muchos casos, la ilustración y la maquetación conllevan un proceso lento que añade costes adicionales y muchos imprevistos.
6. Dinámico. La edición no es un proceso estático, sino que está vivo, es cambiante, y hay que buscar soluciones a los problemas de última hora. Un editor negligente, huidizo y ausente es un verdadero problema si de libros con diversas facetas como los infantiles están en juego.
7. Dialogante. El editor que se precia de serlo, debe escuchar y hacerse escuchar. En un proceso interactivo como el de la publicación de un libro es necesario conversar, dejar la abnegación a un lado, intercambiar opiniones, diferentes puntos de vista, para, en una palabra, crecer.  
8. Respetuoso. El editor no es el gran gurú al que todo un equipo ha de venerar, su palabra no es la ley aunque financie y coordine el proceso de publicación. El editor no es el caudillo del papel impreso y debe respetar, tanto el proceso creativo, como las decisiones de su equipo dentro de un contexto y un ideario. Por ello es preferible rechazar un proyecto no acorde con la línea editorial en vez de retorcer, mangonear y vapulear a sus creadores hasta la extenuación.
9. Serio. Un editorial es una empresa y no conozco negocio boyante alguno que adolezca de falta a la verdad, fallos torpes y giros inesperados. Las empresas viables y autosuficientes son serias y fehacientes, rigurosas y concisas.
10. Amable. Un editor es un intermediario entre autores, ilustradores, maquetistas, correctores, traductores, impresores y distribuidores. Es un nexo de unión en un engranaje complejo en el que trabajan multitud de personas y, por si no lo saben, les diré que para interaccionar con personas, además de mucha mano izquierda, es necesaria la cortesía y el agradecimiento. Eviten a los déspotas, deslenguados y negligentes.

3 comentarios:

Marisa Alonso Santamaría dijo...

¡Muy interesante!
Gracias.
Saludos

Román Belmonte dijo...

Me alegro de que te lo parezca. ¡Un saludo, Marisa!

Pep Bruno dijo...

Yo añadiría LECTOR, y mejor si es un GRAN o un BUEN LECTOR (o ambas cosas).
Por cierto, leyendo este interesante post (una vez más felicidades por tu blog) no he podido dejar de pensar en el editor de La Frafatina... qué jartá de reír :-))))