miércoles, 25 de diciembre de 2013

Navidades con una pizca de realidad


Ya está aquí. Ya llegó la navidad. O eso creo…
Será una mera impresión o ¿el espíritu navideño anda por los suelos…? No es de extrañar si tenemos en cuenta que los subsidios se terminan, los pensionistas no tienen ni para tabaco y la luz está por las nubes (¿Qué nos deparará el viernes? ¿Será la pre-inocentada del 2014?).
Ya, ni en el discurso del rey se intuye un ápice de esperanza (aunque sea de la mala), dando pábulo a nacionalistas, víctimas del terrorismo, autónomos y emigrantes, que a día de hoy lo ponen a caldo. Todos la pagan con este “pobre hombre”, haciéndole responsable de que los carabineros (los buenos), no bajen de los sesenta euros y de que las bacterias intestinales no puedan amenizarse la pascua con un buen atracón de colesterol y ácido úrico.
Para más inri, gracias a la ciclogénesis de los cojones, llueve a mares en media Europa, España incluida, los apagones se suceden en Galicia y las viandas adquiridas con tres meses de antelación se pudren en los congeladores para desgracia de cuatro pobres ahorradores. Lo nuestro no tiene solución a pesar de un considerable aumento en el consumo durante estas fiestas del 2013 (ese que iba a salvar a las grandes superficies de tanto mal…)
Lo peor de todo se cuece en la hostelería, el negocio redondo que se está ensalzando como valor seguro para ayuntamientos, tontines, modernos y muertos de hambre. No hay bar ni restaurante que exprima la billetera del ciudadano (¡estos son peores que Hacienda!) a cambio de menús de tercera categoría con Salmonella incluida. Aceites industriales, salsas elaboradas, productos enlatados y vinos chilenos se agolpan en mitad de la mesa para que jefes y subordinados alternen como iguales durante unas horas.
Como supondrán y ante semejante panorama, sólo nos queda irnos a la iglesia más cercana y pedir la compasión del chiquirritín para que interceda ante los Reyes Magos, el Esteru, la Befana o cualquier espíritu navideños que se precie, para traer consigo un poquito de optimismo a nuestras vidas, ya que Papa Noel parece no haberse acordado de nuestras miserias. Algo que no es de extrañar dado que seguramente siga en la cola del INEM buscando algún puesto temporal que, a cambio de unas sonoras carcajadas, le provea de algo con lo que satisfacer sus necesidades durante estas fechas.


DAYRE, Valérie y FASTIER, Yann. 2010. La otra navidad de Papa Noel. Libros del Zorro Rojo.

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