lunes, 3 de noviembre de 2008

Amas de casa o el esplendor español


A las amas de casa españolas.

No conformes con la, anteriormente llamada, “desaceleración económica”, muchos gobiernos idean todo tipo de inventos para gastarse los presupuestos estatales. Cosa muy propia dadas las circunstancias que nos acechan. Eso sí, despilfarrar los dineros de los contribuyentes “a la española”, es lo más en derroche (NB: de hecho, creo que muchos políticos están tomando nota de las medidas de nuestro gobierno…). 
Ahora se lleva eso de soltar el parné en clases de fregona para esposos poco concienciados. Y se preguntarán qué clase de cursos formativos son estos. Pues bien, la ministra Aido, en vez de dejarse deslumbrar por la conmovedora prosa de Haruki Murakami, ha decidido “invertir” su parte del pastel en adiestrarnos, y no precisamente en el arte milenario del origami, sino en la técnica de la mopa, última necesidad del hombre medio español. 


¡Más valdría que se lo diera a madres, esposas o hijas para que, hartas de tanto frotar, se matriculen en clases de golf, asistan a sesiones de reflexología podal o se abonen al IMD! Pero no, no sea que su propia marmota salga cortando y le endilgue con el estropajo en las narices (bien merecido, por otra parte... no hay nada peor  en esta vida que una autoproclamada feminista que explota a otra mujer para que haga lo que ella no quiere hacer).


Si es que la vida no ha cambiado tanto… ¡Vergüenza debería darle! Porque las amas de casa, ¡bien aportan a PIB!... Que a la chita callando, curran y producen más que todos los obreros del soterramiento de la M-30. La mayor pena de todas es que, algunas con apellido japonés, se dediquen a malgastar el dinero que otras le ahorran a las arcas públicas barriendo como negras. 


Y como sincero homenaje a todas estas amas de casa españolas que, a fuerza de pasar el mocho, le sacan brillo a la dignidad de este país, les dedico mi sugerencia lectora de hoy. 
Corre, corre, Mary, corre (así lo tituló Lumen teniendo en cuenta el título de la versión en inglés) o Corre, Carmen, Carmencita... (nuevo título a cargo de la edición del 2022 por EntreDos) es un libro-álbum de N. M. Bodecker y Eric Blegvad, que dignifica y recalca el papel que tradicionalmente han desempeñado las mujeres en las tareas del hogar, pero que, por suerte, cada vez más hombres realizan sin ningún tipo de complejos, remilgos ni reproches.


Se avecina el final del otoño y Carmen (o Mary, depende de la versión) como buena ama de casa tiene que prepararlo todo antes de que lleguen las primeras nieves. Vive junto a su marido en una granja. Como muchas otras, se levanta de noche para darle brío a la casa. Tiene que recoger las manzanas, los nabos, encañar las judías, hacer queso y batir la mantequilla, hacer la mermelada, lavar, tender y recoger la ropa, remendarla, limpiar el calzado, engrasar los esquís o poner las contraventanas. Todo ello ante la pasividad de un marido que vive como un marqués.


Quizá estamos ante uno de esos libros que sin tapujos, ponen sobre la mesa uno de los problemas maritales más frecuentes: ¿Por qué solo las mujeres deben hacerse cargo de las tareas del hogar? Con ilustraciones clásicas basadas en la técnica de la acuarela, los tonos pastel y la composiciones estudiadas, el tándem de artistas daneses trata un tema peliagudo solucionándolo con mucho humor.
Hay que llamar la atención sobre esa fabulosa secuenciación de imágenes que, al mismo tiempo que realza el trabajo cuasi infinito de la protagonista, provoca que el lector empatice con ella, haciendo que el desenlace final sea mucho más efectivo.


Una ambientación maravillosa (¿A qué niño no le gusta la vida en el campo?), una casa llena de detalles de otra época que pueden desembocar en preguntas sobre tareas y oficios antiguos u olvidados, y la estupenda caracterización de los personajes (¿Se han fijado en que nuestra Carmen está cada vez más y más despeinada?), hacen de este libro-álbum uno de mis favoritos en lo que a igualdad entre sexos se refiere.


1 comentario:

miriabad dijo...

Lo cogí el otro día en la biblioteca y ¡ME ENCANTÓ! Pero no ´sobre todo por las ilustraciones. Me parecieron bellísimas. Y la historia tiene también un buen punto de humor. Muchas gracias por la recomendación. Si no lo hubiese leído en tu blog, quizás no lo hubiese abierto.
Un saludito, Miriam